martes, 23 de diciembre de 2014

“Maté a 13 personas, pero, en total, ayudé a matar a 1.626”, "Apuntas el láser, disparas y matas"

Su testimonio forma parte del documental “Drone”, recientemente presentado por la directora noruega Tonje Hessen Schei en el Festival Internacional de Documentales de Ámsterdam (Holanda). “Point-click-kill” (Apuntar, presionar y matar) es el modo en que Bryant describe el método por el cual asesinaba a personas en diferentes partes del mundo. “Apuntas el láser, disparas y matas. Eso es todo”, grafica fríamente. “Matar con un arma de fuego era más real, mental y espiritualmente. Yo veía lo que ocurría antes y después de los ataques. Veía los resultados. Es muy difícil seguir viviendo con una carga así”, completa. “Maté a 13 personas, pero, en total, ayudé a matar a 1.626”, enumera y describe su jornada de trabajo: “Eran de doce horas, seis días a la semana. En condiciones de trabajo realmente miserables, hacías la misma mierda un día tras otro. En una caja de 2,5 metros de ancho por 2,5 de alto y 6 de largo. Era un sitio muy pequeño porque era una unidad móvil para poder llevarla de un lado a otro. Pero trabajábamos siempre desde Estados Unidos”. En diálogo con el sitio español ElDiario.es, el ex soldado norteamericano considera que ahora debe confesar estas maniobras en público todo lo que pueda porque “es una penitencia, algo que tengo que hacer para pagar por mis pecados. Es lo que merezco: es el destino, es karma”. “Soy un criminal de guerra. En Estados Unidos me consideran un traidor, mientras que en Oriente Medio hay talibanes que me apoyan”, dice y agrega: “Yo sólo soy una pequeña parte del engranaje, así que habría que llevar a muchos a juicio. En cualquier caso, yo no me opondría a que me llevaran ante un tribunal internacional”. Bryant es uno de los tantos soldados norteamericanos que materializan la estrategia impulsada por el presidente Barack Obama de asesinatos supuestamente “selectivos” sin poner en riesgo a la tropa, y llevando la política de ataques preventivos estrenada por su predecesor George W. Bush a un estadio de ataques globales sin respetar fronteras, soberanías y elementales derechos de los sentenciados a muerte a distancia.-¿Es cierto que cada vez que mataban lo celebraban?
-Yo no lo hacía, nunca celebré matar a otra persona, pero conozco a gente que sí lo hacía. Se chocaban las manos, se daban palmadas en la espalda, decían "hemos matado a los malos" o "estamos ganando esta guerra contra los terroristas", ya sabe, ese tipo de estupideces.
-¿Y cómo se sentía usted?
-Fatal, no entendía que acabáramos de matar a alguien y estuviéramos celebrándolo. Pensaba que las cosas nunca deberían ser así.
-¿Ese es el origen de su estrés postraumático?
-Sí, la culpa ha contribuido. Me siento acechado por los espíritus de las personas que he matado. Literalmente, hay un ejército de fantasmas en esta habitación acechándome hasta la muerte.

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