Llegué a mi casa alrededor de las 20 horas, después de un día de trabajo y de haber marchado en la Plaza, para ver si me informaban qué era lo que estaba pasando con vos. Ahora son las 22:30 horas y decidí escribirte.
No puedo soportar tanta barbarie, tanto odio, tanta desvergüenza, tanta mentira de los mal llamados “periodistas”, de los jueces y algunos mal llamados “políticos”. Cuando la bronca me brotaba por los poros fue cuando decidí plasmarlo en esta carta.
No van a poder con el pueblo que te ama, no van a poder con tu honrada vida. Todo lo que está pasando me hace acordar cuando el odio le brotaba a los gorilas mientras moría Evita y decían, para envenenar la conciencia de ese pueblo que la idolatraba, que ella permitía que maten a niños para sacarle la sangre y que ella pudiera salvarse. Pero, ¿quién se acuerda de aquellos verdugos? Nadie. Solo Evita está en el corazón del pueblo.
Otro tanto hicieron con Perón, del cual decían que se había llevado los lingotes de oro y que le había robado todo al pueblo ¿Quién se acuerda de ellos? Nadie: Perón es el que vive en el pueblo.
Ahora vienen por vos, pero no van a poder aunque te pongan presa porque las rejas no encierran ideas ni proyectos ni pensamientos libres, y mucho menos el amor de un pueblo por el que Néstor dio la vida.
Querida Cristina: no podrán con nosotros. Cuando le llenemos las cárceles y comisarías de todo el país de hombres y mujeres que queremos acompañarte en el encierro será glorioso. Sí, glorioso, porque estoy segura de que será único en el mundo: un pueblo preso por amor.
Un abrazo muy fuerte,
Hebe.
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